agosto 07, 2011

Varitas rotas

Soy fan en serio de la Literatura Fantástica y tuve el honor de ser el gato particular (o sea, la adjunta) de la Dra. Lilián Camacho Morfín en la carrera de Letras en la materia de Literatura Medieval Europea, donde descubrí, entre otras muchas cosas, de dónde había salido la Tierra Media (¡oh, maravilla!); aclaro de una vez que Lilián detestaba la Literatura Fantástica y me dejaría de hablar si supiera que me chuté los siete libros y las ocho  películas de Harry Potter. Debí hacerle caso.

Cuando terminé de leer el 7° libro de Harry Potter hice el coraje de mi vida; me pareció malo, malo, malísimo. Hice un auténtico berrinche y maldije la mala hora en que me dejé convencer de leer el primero; ¡si ni a mis estudiantes les gusta ya Harry Potter! Pero uno no aprende; y 'ai voy a ver las películas. Debo decir en mi defensa que tenía la esperanza de que el guionista, el director o alguien, quien fuera, arreglara las estupideces del libro. Y, bueno; medio arreglaron lo de la espada, pero la película adquirió una larga lista de nuevas babosadas... y dejaron el final, cómo es posible.

El libro (la saga completa) tiene muchos problemas; el principal es, probablemente, que a partir del 3°, todos parecen escritos para ser llevados al cine y se sienten varias plumas en al menos dos de ellos (por 'ai sigue en el aire el rumor de que es un plagio de The book of Magic del magnífico escritor Neil Gaiman). Así que en el último, la autora no tuvo la capacidad de matar al protagonista, que es lo que debió suceder para mantener la unidad del personaje y la manera como se había venido desarrollando la trama; no sólo no lo mató, sino que lo convirtió en un señor adocenado con su esposita y sus hijitos. Un cualquiera.

Aparte está el problemita éste de que, en el libro, quién sabe de dónde sale la espada con la que Neville se echa a la serpiente; el enfrentamiento entre la señora Wesley y Bellatrix (mismo que en la película es de un absurdo incomparable, la ama de casa gorda y desgreñada contra la mano derecha del mago más poderoso) es muchísimo más emocionante en el libro que el que se da entre Harry y Voldemort, quienes se dicen tanta cosa durante el duelo que en ese tiempo ya hubiera podido llegar alguien más y matarlos a los dos, por sangrones y ridículos. Luna desaparece del todo al final del libro, como si su participación no hubiera tenido ninguna importancia, y en lugar de echarse a Harry, matan a uno de los gemelos, lo cual es lloroso y absolutamente inútil para el entramado de la historia.

Pero lo peor de todo, lo que de veras me cala, es el asunto de las varitas. ¡Seis libros jodiendo con que las varitas son muy importantes y depende de quién son, de qué están hechas, quién te la vendió y cómo van guardando los hechizos y no sé qué más, para que en el séptimo se rompa la de Harry, así nomás, "caray, perdón, se rompió"!... no puede ser. Con la fama que ya tenían los libros a esas alturas y el hecho ampliamente demostrado de que la autora tiene una cultura medieval muy, pero de veras muy limitada, ¿qué a nadie se le ocurrió hacerle, no sé, un resumen sencillo, cortito, escrito así como "versión Palitos -3", sobre el significado de las varitas y las espadas en la tradición de los guerreros y magos? Pero, bueno, estamos hablando de una autora que presume de no haber leído nunca a Tolkien y tener mejor sentido del humor que él; lo primero, se nota; con lo segundo no voy a perder mi tiempo.

Pero regresando a un resumen para ampliar (o de perdida, generar) la cultura literaria de esta señora, hubiera estado bien; así la Rowling se hubiera enterado de que la varita es para el mago lo que la espada para el guerrero: además de ser un símbolo fálico bastante evidente, es el alma del mago; es el instrumento mediante el cual un guerrero o hechicero adquiere experiencia, amplía su poder y concentra su sabiduría, y no están hechas de materiales comunes ni las puede fabricar cualquiera; además de los materiales con que se fabrican, al forjarlas o pulirlas -según si es espada o varita-, se les imbuye con el espíritu de quien la crea, se pronuncian hechizos para protegerlas y son mandadas a hacer especialmente para una persona determinada. Es casi imposible romperlas o destruirlas y, en el caso de las varitas, es absolutamente imposible que las use otra persona.

Otro punto importante para que al escritor no se le haga engrudo la sopa es que el mago requiere un entrenamiento mental y físico muy extenso antes de que su Maestro y su coven (algo así como su comunidad mágica) consideren la posibilidad de que porte una varita. Cuando llega el momento -que es, de hecho, el momento cúlmine de la preparación y entrenamiento de un mago o bruja, y funciona como un rito de iniciación-, el aprendiz de las artes mágicas deberá emprender solo la búsqueda de un árbol especial, pedirle permiso para cortar una de sus ramas y utilizar su atame (un cuchillo especial de doble filo que sólo puede usar un mago, ya sea para cortar hierbas con fines medicinales o para defenderse) para realizar la tarea con sumo cuidado. Cada mago deberá cortar y pulir su propia varita y, mientras lo hace, debrá formular una serie de hechizos y encantamientos con el objetivo de que el resultado final sea una varita mágica y no una simple rama de árbol cualquiera.

Harry Potter no hace nada de esto; va a una tienda y la compra. Se le rompe siete años después y se apaña otra, ques'que porque se la ganó a otro mago y la varita cambió su lealtad... ¡no, bueno!; supongo que un objeto al que compraste con dinero común sin hacer ningún esfuerzo, a lo mejor sí puede acabar por traicionarte e irse con otro. Puestos a re-hacer la tradición de las artes mágicas e importando un comino que quede re-mal-hecha, pues, total, que la compre y la rompa y luego se agandalle una varita chaquetera, pues sí, puede ser.

La cereza de este pastel es la Varita de Saúco, fabricada y entregada personalmente por la Muerte; es la varita más poderosa que existe. Y Harry Potter la rompe a mano limpia, así nomás, valiéndole madres el valor que tiene para la comunidad mágica. La chica que estaba sentada a nuestro lado en el cine exclamó: "¡qué ojete, siquiera hubiera reconstruido Howarts primero!" Sin embargo, por la mente del escuincle no pasó ni por un momento el hecho de que ésa había sido la varita ni más ni menos que de Dumbledore, y tampoco se le ocurre que podían hacerse cosas realmente portentosas en favor de todos, no sólo de los magos, con una varita como esa en manos del mago más poderoso del mundo -porque, muerto Voldemort, evidentemente semejante título le corresponde a su asesino: Harry Potter-. Como bien apuntó una amiga mía, el nivel de destrucción que dejó Voldemort antes de caer era inmenso y, sin embargo, al Potter no se le ocurre que la responsabilidad de ver qué onda con eso, es suya. Entonces, siguiendo la lógica de la propia trama, Harry no era merecedor de esa varita, ni de las artes que se le habían inculcado, ni de la confianza que todos habían depositado en él; la ética, la responsabilidad, la bondad y el agradecimiento no existen para él.

Y, bueno, de ahí para abajo, las cosas no pueden más que empeorar; la escena en la película donde preparan las defensas de Howarts es la última realmente emocionante que se nos ofrece, porque las batallas están rechundas y el ritmo (del cual ni siquiera el libro adolesce) se dispara alocado; de pronto parece que ocurren muchas cosas pero enseguida la trama se detiene en una secuencia larga y aburrida; entonces matan a alguien y parece que se pone emocionante pero entonces se sientan en una escalera semiderruida a besuquearse y nos aburren, entonces otra vez corren como locos y otra vez se detienen... Cuando se terminó la película, yo juraba que había durado unas tres horas, por lo menos, y no, las dos de siempre, pero... ¡qué larga se me hizo!

Y el final... ¡el final!, de telenovela, incongruente, gratuito, cursi, largo, mal hecho... ¡qué asco de final, Dios Mío!; yo de verdad tenía la esperanza de que arreglaran eso en la película, pero estoy soñando; increíble pero cierto, lo empeoraron con ese maquillaje TAN mal hecho; de por sí al Harry no hay quien le crea que tiene 17 años, pero esas patillas ridículas para que creamos que tiene 36... Mal, mal, mal.

Total, decepcionante. Todo lo prometido durante seis libros se quedó en deuda. Alguien tenga piedad de nosotros y enmiéndele la plana a esta pinche vieja, por favor; Harry Potter se merecía un buen final.

Como no se puede, les dejo aquí una lista para quitarnos el mal sabor de boca:
-Neil Gaiman, The book of magic, por supuesto.
-Christopher Paolini, Eragon (y se siguen con Eldest y después, con Brisingr, cada uno mejor que el anterior; y todavía falta el último, que aún está en proceso de escritura), para que lean una historia bien escrita sobre la preparación de un mago que además es guerrero y que, con 14 años, asume la responsabilidad de ser un Jinete de Dragón.
-J.R.R. Tolkien, El Hobbit y ya que andan en ésas, El señor de los anillos, para que no les pase lo mismo que a la ignorante autora del Potter.
- Terry Pratchett, El éxodo de los gnomos y si les gusta, síganse con Brujas de viaje, para que vean lo que es una trama compleja, apretada, sin cosas sacadas de la manga y sin babosadas ni finales marca televisa, y un sentido del humor de a de veras, negro-renegrido, hilarante e inteligente.

Hay más, pero con estos tienen para resarcirse de una saga que, de no haber ido acompañada de películas y una publicidad nunca antes vista para un libro, no creo que hubiera pasado de ser uno más -y en ningún caso el mejor- de los libracos juveniles de proto-fantasía (la Fantasía y los Reinos Peligrosos no tienen nada que ver con esta cosa). Es increíble cómo un pésimo final puede echar por tierra una historia que, en los primeros libros, prometía tanto.

Eso me pasa por andar leyendo estas cosas.

3 comentarios:

  1. ¡Bravooo, bravooo!
    ¡Encore, encore! (espero que así se escriba).
    Es una super reseña. Gracias.

    ResponderEliminar
  2. Como me he reido, buenisima reseña, lo que no captas es que Harry era un don nadie desde el principio, que era el elegido, pues si ni modo, pero don nadie, era. Claro que si lo comparas con Aragorn y los demas compañeros del Señor de los anillos, siempre, siempre queda mal parado. mejor no comparemos. Total, su virtud fue que gracias aél, los chavos empezaron a leer. y usar anteojos sin pena. Demos Gracias por eso y tan tan. Mamá

    ResponderEliminar
  3. De verdad que qué orgullo me da aver sido su alumna,es una reseña tan buena,pero tan buena,que encerio que la he leido mas de tres veces...felicidades!!! Me gusta mucho...Karla.

    ResponderEliminar

Mutilación

Alarga las manos, ¡no las muevas!: vamos a cortar; será un pedacito, no más. Está fracturado, no hay nada qué hacer; los tumores son...