Mi
inclinación natural es a apoyar cualquier causa o lucha que tenga por objetivo
el bienestar de todos. Sin embargo, como es difícil pelear todas las batallas,
me he acostumbrado a que esa lucha esté parcelada o distribuida entre
diferentes grupos, de acuerdo con sus afinidades. Hasta ahí, todo está muy
bien.
Es sólo que el feminismo es algo
que últimamente no entiendo.
La cosa está así: esta noche, mientras yo escribo y ustedes se preparan para irse a su camita, un hombre, taxista para más referentes, va a pasar la noche en los separos, porque tuvo la muy mala suerte (y el muy mal gusto, todo hay que decirlo) de gritarle “guapa” a una mona en la calle. La mona se sintió humillada y procedió contra él, que por “faltas administrativas”. O sea, porque la acosó.
La cosa está así: esta noche, mientras yo escribo y ustedes se preparan para irse a su camita, un hombre, taxista para más referentes, va a pasar la noche en los separos, porque tuvo la muy mala suerte (y el muy mal gusto, todo hay que decirlo) de gritarle “guapa” a una mona en la calle. La mona se sintió humillada y procedió contra él, que por “faltas administrativas”. O sea, porque la acosó.
Aquí me preocupan varias cosas:
La primera es que la fulanita –de
quien no diré su nombre porque me resisto a regalarle más publicidad— es una
líder de opinión, una “blogstar” a la que los chicos millenial siguen con atención, de modo que ahorita la tienen
cubierta de apapachos y mentadas de madre, supongo que equitativamente
distribuidas: una noche de fama.
Lo segundo que me pone de
nervios es que yo no estoy de acuerdo con que eso fuera acoso. ¿Que por qué
no?; pues porque no veo qué tiene de abusivo que un fulano con
mal gusto le grite guapa a una mona envalentonada por que escribe y tiene muchos
lectores. Pero el hecho es que no la siguió, no usó palabras soeces, mucho
menos la tocó; no la humilló ni la acosó en forma alguna. Y es que las palabras sí son importantes: no es lo mismo que le hubiera gritado una guarrada, que le silbara o la amedrentara de cualquier modo, a que le grite "guapa"... Y la tipa no es la
Reina de Saba para que haya que pedirle permiso para piropearla, ya nomás eso
faltaba.
Y es que el argumento fuerte en
defensa de la monita ésta, es justo uno que reza que fue un “piropo no
solicitado". Pero a ver, ¿cómo que “no solicitado”? ¿Qué, los piropos hay
que solicitarlos? ¿¿Desde cuándo?? ¿Por escrito o cómo?
Lo anterior me lleva a la
tercera y más seria de mis preocupaciones: esto ha ido demasiado lejos. Los
reclamos feministas de unas cuantas que pretenden hablar por todas son muy cuestionables
y se están volviendo injustificados. Y yo no soy la única que piensa así: hay
muchas mujeres que ya estamos bastante hartas de que estas niñas –las feministas–
se autonombren voceras de todas y anden por el país faziendo entuertos que luego no va a haber cómo desfaçer. ¿Y si también yo soy mujer y no estoy de acuerdo con hacerle a la
mamada, entonces qué? Eso de que por estar en una universidad estudiando o
dando clases ya soy feminista, es tan absurdo como suponer que por vivir en
este país todos somos revolucionarios. No, no, no: a quienes han peleado por
nuestro bienestar se los debe recordar y con ellos vivir agradecidos; pero eso
no nos convierte en lo que ellos fueron… ¡ojalá!
Lo que quiero decir es que la
manera de feministas como esta chica no es la mejor manera, eso está quedando más
que demostrado. Aquí cabe, obligada, la aclaración de que una de mis mejores
amigas es feminista; pero no sé qué clase de “feminismo” sea el suyo porque es ella
se muestra siempre empática y nunca trata de convencer a los demás de nada; eso
sí, tiene su muro lleno de las cuestiones en las que cree, pero eso es lógico y
está muy bien porque para eso es su muro;
así que, o mi amiga no es feminista, o hay muchas clases de feminismos.
Considero sinceramente que gritar
y pelear son UNA parte de la lucha,
de cualquier lucha; pero no se puede
basar una lucha entera en gritar, denunciar, exagerar, ser agresivas y polarizar
a propósito las relaciones entre hombres y mujeres. Están abriendo una caja de
Pandora que después no van a poder cerrar: en efecto, denunciar por acoso en
casos en los que no hay tal conducta, refleja hasta qué punto está de moda
seguirles la corriente. Y cuando ya no esté de moda y nadie les haga caso, ¿qué
va a pasar? Pues lo que va a pasar es que NINGUNA
denuncia va a proceder.
Supongo que ni se les ha
ocurrido que hay maneras amorosas y compasivas de hacer las cosas; que reeducar
a la población machista –a cualquiera, en realidad– es imposible por las malas
y a gritos. Por mí, que griten hasta desgañitarse; pero que griten para sí
mismas. Yo no reconozco a las feministas como mi portavoz, porque no me gustan
sus modos agresivos, e inflexibles. Yo soy profesora y creo en la educación y
en el respeto como armas de lucha política y social.
Este tipo de prácticas
feministas necesitan un alto. Esta cuatita de la que hablé en principio está
borrando y bloqueando a todos los que no están de acuerdo con ella; por lo
pronto, su denuncia esta noche es trending
topic: ella va a dormir bien. El señor taxista, en cambio, no sólo va a
tener que pasar la noche en los separos, sino que como no juntó hoy lo de su
cuenta, mañana se las va a ver negras para ganar algo. Por gritarle “guapa” a
una mujer que cree que su caso es idéntico al de la chica a la que manosearon
en la Condesa (cosa que, por supuesto, NO es igual), ya no llevó su gasto a su
casa y va a quedar marcado, no sé si jurídicamente, pero sí, por cierto,
socialmente. Y eso es increíblemente injusto. Si el señor es un acosador, créanme
que con esto sólo lo han incitado; pero si no lo es, le acaban de arrebatar un
día de chamba.
A mí me parece que esto ha ido
demasiado lejos. Me parece que alguien tiene que pararles un alto a las
feministas que no discriminan, que agarran parejo y de bajada, que enarbolan su
bandera como si todas estuviéramos de acuerdo.
Pues no: no todas estamos de
acuerdo con que vayan por la vida amenazando a más de la mitad de la población
que no está de acuerdo con sus prácticas. Aprendan a ser flexibles; aprendan a
distinguir; aprendan a no hacer daño. Aprendan a diferenciar cuándo hay que
gritar hasta quedarnos afónicas y cuándo es mejor buscar otros modos, unos más
sabios y humanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario