agosto 10, 2013

Pequeño poema de amor incomparable


Fino y delicado
en la punta de tus dedos mi corazón
se postra ante la sombra de tu pelo,
y al roce de tu voz se enciende,
llama suave y reidora
sobre el pabilo de una vela.

Mi amargura se adormece y forma 
un remanso en el que mi corazón se recuesta, 
fantasea con la memoria de tu piel 
y borda historias con sus sueños
como hilos de seda        finísimos
            por ti, para ti;
pues todo ha sido siempre por tu causa:
me volví río, fui rama y sinsonte, he sido incluso nada,
            por ti, para ti.

Riego mi corazón con agua de salvia perfumada,
y engalano para enamorarte mis ojos
con flores de asombro y de lavanda, libre para invocar
tu amadísima presencia…

            …te veo bajar por la escalera con toda tu magnífica belleza adelantada,
            el rostro soberbio y tu mirada insolente -hoja limpia de una daga-
            me atraviesa y me convierte
            en esta mariposa prendida por el alfiler de tu deseo;
            entonces tu arrogancia se disuelve en risa
            y me abrazas.


Por eso, ya ves, no me sorprende     que mi corazón,
pájaro de luz recién nacida,
al cantar te invoque trinando “Amor”,
si todo en mí ama tu nombre
más que al nombre de Dios mismo.

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