septiembre 22, 2015

22 de septiembre de 2015- Auris

#3 Carta a Lobacio, mi amigo imaginario

Corazón mío:
¿Nunca te he hablado del Auris, verdad? Como casi todas las que yo cuento, es una historia larga, así que ponte cómodo.
       Has de saber que a principios de este año, antes de que la vida dejara de ser la que era y se convirtiera en ésta, o sea, bastante antes de imaginarte, se me ocurrió llevar ante la Sociedad Tolkiendili (a la que llevaba yo poco más de un año tratando de integrarme, con poco éxito) un proyecto que diseñé al alimón con Petrus; consistía en una publicación en torno a la obra del Profesor Tolkien; la intención era darle espacio a los tolkiendili ñoños -como éramos Petrus y yo- para que pudieran desarrollar y publicar artículos, ensayos y en general, investigación seria en torno a la obra de Tolkien. Te ahorro los detalles: fracasé rotundamente y en todos los sentidos, porque resultó que el 90% de los tolkiendili alucinaba a Petrus y nos hicieron picadillo. Fue muy feo. Acabé retirando, primero sólo el proyecto de la revista y más adelante, cuando vi los rencores que se pueden acumular en los corazones de las personas, mi presencia. Y me quedé, cono se dice vulgarmente, chiflando en la loma, pero con mi amigo Petrus a mi lado.
       El mismo día que retiré mi propuesta y mi persona de la Sociedad Tolkienñoña, Petrus me invitó un café moka en su café favorito, un lugar chulísimo llamado "La Gaya Ciencia", donde resultó que la dueña andaba buscando quién se hiciera cargo de las tertulias poéticas; y yo dije "para empezar, quítenle lo de "tertulias" que suena del nabo; el oficio de poeta ya es lo suficientemente anacrónico como para que vengan ustedes y le ayuden, no manchen, ¡qué aburrimiento!" Ambos me miraron con una media sonrisa en la cara y yo dije: "¡ay, perdón!, es que me acaban de joder la vida y me salen culebras por la boca, ustedes dispensarán", y mejor me callé. Pero resultó que les hizo gracia mi comentario tan pinche y me invitaron a hacerme cargo, con amable recado de que le pusiera el nombre que quisiera. Tras mucho darle vueltas y revisarme la mitad del Diccionario etimológico de Corominas, me decidí por "Auris", que hasta la fecha me sigue sonando hermoso, áureo, aéreo y  maravillosamente eufónico. Le pusimos fecha -una noche gloriosa y helada de luna llena de febrero- y 'ai te vamos.
       Todo lo que puedo decirte es que mis expectativas se vieron colmadas por completo.
       Y así siguió siendo mes con mes; el éxito del Auris era proporcional a mi éxito profesional, e inversamente proporcional al cultivo de mis amistades, que fueron valiendo madres una a una, hasta que cayó la de mi buen Petrus, quien eligió justo este año aciago para cuestionar mi religión (a ver, dime, ¿qué putas madres le importa a la gente lo que yo haga o deje de hacer con mis prácticas y mi vida espiritual?), ir de chismoso a contarle mis cuitas a otra persona y luego, en lugar de disculparse, aplicarme la Ley del Hielo como si el ofendido hubiera sido él. Yo no entendí. Nomás borré a otro amigo más de la lista.
       Así es, Lobacio; mis amigos se han ido yendo uno a uno; sus vidas son distintas de la mía, muy distintas. Han tenido hijos; o se han casado, descasado y vuelto a casar; se han vuelto famosos; han elegido vidas chiquitas o adocenadas o grandiosas o yo no sé qué cosas, pero al fin y al cabo vidas en las que ya no cabe alguien como yo. Y no queda más que desearles todo lo más bonito que pueda imaginar para ellos y despedirme; ni modo de obligarlos.
       La cosa es que sin Petrus, ya no hubo Gaya Ciencia; y sin Gaya, el Auris se quedó ahora sí que en la calle. Yo me hundí en el abatimiento y no hice nada, por varios meses, aunque la gente -sobre todo, desde luego, los poetas áuricos- me preguntaban con frecuencia cuándo volveríamos a leer juntos, y yo hacía como que hacía, pero más bien me hacía bien mensa; incluso un colega trató de conseguirnos un luagrcito en un café de moda, en el Centro Histórico; pero justamente hoy me dijeron que el nuevo café en el que se suponía que reiniciaría el Auris no podrá (o querrá, la verdad no entendí) recibirnos. 
       Y pensé en dejar el asunto ya de una vez por todas en santa paz y darlo por muerto, cuando recordé un video que me envió un amigo; era un reportaje acerca de un café cultural que se veía muy mono, cerca de mi casa. Yo andaba con ganas de escribirte porque te extraño mucho, ya lo sabes, así que decidí ir a conocer el dichoso lugar, tomarme un cafecito, escribir un poco y ver qué tal...
       ¡Mi vida! ¡Y pensar que llevo todos estos años yendo a cafés chamagosos en lugar de ir al "Cusí"! Y adivina nomás lo que se ve desde sus enormes ventanales: el cielo, Corazón, ¡el cielo, al que amo con auténtica adoración, tanto o más que al mar, tú lo sabes! Y pude imaginarnos, leyendo nuestros versos, e incluso a ti, ahí, sentadito, con el cielo en tus ojos y tu sonrisa de niño.
       Así que, aquí voy de nuevo, con mi Auris; nos reuniremos el 3 de octubre. Algunos poetas ya empezaron a confirmar, ¡va a ser maravilloso! Y no puedo menos que preguntarme si no podrías dejar de ser imaginario sólo por esa tarde, aprovechando que ya es octubre, y darte una vuelta por mi Auris, sólo para saber que el amor existe y que funciona, y que lleva tu nombre...

Love you, always:
M.

1 comentario:

  1. ¡Wow! Pero que manera tan más bonita de escribir... Sin duda que leerte enamora, la composición de tus letras tienen algo que causan una cierta adicción a seguirte leyendo. Y justo cuando acabo con una de tus publicaciones y piensas que es tan bueno, que difícilmente podrías superarlo en otra publicación, pero al mismo tiempo no te aguantas y continúas leyendo la siguiente publicación y te encuentras como que es tan buena como la anterior o como la primera y pues sinceramente no me queda mas que felicitarte por escribir tan bonito y compartir estas maravillosas historias de tu vida. Jajaja hasta me sentí Lobacio. Pero claro ambos sabemos precisamente que la maravilla del amor ocurre en la ausencia o en la distancia. Un saludo cordial y fraterno y van mis mejores deseos para ti porque te lo mereces por ser una gran mujer.

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