septiembre 30, 2015

30 de septiembre de 2015

 #4 Carta a Lobacio, mi amigo imaginario

Muy querido:
Los días han transcurrido plomizos. No se ve el sol. No llueve. No solpa el aire. No estallan tormentas. No nada. Plomo puro pesando sobre mi frente y mi ánimo. Tampoco hay estrellas, sólo este techo de nubes sucias y desvahídas que nos guarece y amenaza.
       Pienso en Penélope y su lienzo que teje y desteje. Yo no sé tejer, nunca aprendí. Ni tengo vocación para esperar: me angustia. Yo soy más bien del tipo de Dædalus; de Ícaro; de Cassandra en el peor de los casos. Y al final, no soy ninguno de ellos; yo soy sólo yo.

Te amo:
M.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mutilación

Alarga las manos, ¡no las muevas!: vamos a cortar; será un pedacito, no más. Está fracturado, no hay nada qué hacer; los tumores son...